El turno de los más pequeños ha sido sin duda el más divertido, alocado y agotador ( en el buen sentido). Partimos de materiales que tuviéramos en casa, cualquier cosa valía: cartones de huevos trajeron unos, algodón, otros; cuerda, botones, palomitas, globos, adornos estropeados ( osos, gorritos de Papá Noel, etc), pasta ( sí, sí trajeron pasta para evitar que la mamá o el papá hiciera macarrones en una semana) etc y más etc.
La base la poníamos nosotros: bolas de porexpan, conos de porexpan, que si una partitura, la cola, pintura antichupeteos, tijeras, un vasito de agua si el niño se secaba de tanto crear, etc y etc.
Y luego, claro está, el proceso creativo. Lo mejor. Con todos esos materiales delante íbamos pensando qué podía salir sobre la marcha y voilá aquí algunos de los resultados más potentes ¿Qué les parece?