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miércoles, 24 de diciembre de 2025

SI PUDIERA, ESTA NOCHE...

Si Atelier Victoriano pudiera, esta noche, en un acto de amor y de inocente rebeldía, os escribiría a mano una felicitación a todos y cada uno. Con vuestro nombre. Con tiempo. Con los dedos manchados de tinta. No podemos hacerlo, pero sí podemos compartir el gesto y, sobre todo, el agradecimiento por la lealtad, el cariño y la atención con la que acompañáis este espacio.

Reivindicamos lo humano, lo torcido, lo imperfecto, lo lento...Aunque tenemos que confesar con una sonrisa que nos hemos dado prisa para llegar a tiempo a felicitaros. La lentitud ideal y la realidad tienen que convivir hoy más que nunca. 

Escribir a mano no es una prueba de excelencia ni un ejercicio de nostalgia. Es un acto. La grafóloga Matilde Ras ya intuía que en la escritura no solo se dice algo, sino que se es alguien. No por la belleza del trazo, sino por el gesto mismo: la mano pensando junto a la cabeza.

Durante un tiempo pareció que ese gesto era prescindible. Curiosamente, incluso los países más entusiastas de lo digital han empezado a matizar. En Suecia, tras una apuesta decidida por las pantallas en la escuela, se ha reconocido la necesidad de volver al papel y a la escritura manual en los primeros años. No por nostalgia, sino por algo muy sencillo: porque escribir a mano ayuda a pensar mejor.

Celebramos la letra impresa, el teclado, la rapidez y la posibilidad de llegar lejos. ¡Gracias a todo eso estamos aquí! Pero escribir a mano, hoy, es una elección. Y elegir ya es decir algo.

Así que os proponemos un juego: 

Mirad las tarjetas. Elegid una. Casi sin pensar. Cerrad los ojos y ved cómo aparecen ante vosotros una felicitación escrita a mano...que diga en trazo más o menos firme, pero en el que se deduce el afecto que os tenemos:


GRACIAS POR ESTAR
GRACIAS POR SEGUIR
GRACIAS POR SER

FELIZ NAVIDAD